¿Qué quieren los movimientos Islamistas?
En la actualidad nos preocupan asuntos como la globalización, los derechos humanos, el cambio climático global, los flujos migratorios, terrorismo, etc., temas que se han puesto de relieve por su carácter controvertido y global, acerca de los cuales se desencadenan las discusiones y no cesa el debate abierto, en las distintitas esferas: académicas, políticas, medios de comunicación, etc., una de esas preocupaciones, no menos importante, es la referida al estudio del mundo islámico.
Acerca de este asunto, hay que mencionar que después de la fecha histórica del 11S se inició una nueva era en los estudios islámicos, tras la tragedia de los ataques terroristas a las torres gemelas aparecieron numerosos estudios así como un gran número de análisis sobre el tema central del Islam y de la “ideología islamista”, el occidente tenía que volver a plantear de nuevo, las mismas interrogaciones, intentando comprender más al Islam y por consiguiente a los musulmanes.
¿Cómo distinguir entre los términos islamista e islámico? ¿Cómo conocer mejor al mundo islámico y, más específicamente, el tema de los movimientos islámicos/islamistas en general? Expertos en la materia del terrorismo y los estudios islámicos dicen que es necesario estudiar y analizar precisamente: "su importancia", los movimientos islamistas como actores políticos en la escena regional e internacional, destacando la "heterogeneidad" de tal fenómeno, los factores que contribuyen al surgimiento de organizaciones islamistas, el impacto de la revolución islámica en Irán, Palestina, Argelia, más la lucha que encabezan los partidos políticos islamistas en Marruecos, Egipto, Jordania, Líbano y Siria, las estrategias de acción de estos actores en los distintos espacios donde operan, así como sus perspectivas y retos como actores en la actualidad.
Como nuestra intervención es de carácter breve en este espacio, se entiende que no cabe analizar los diferentes aspectos de este tema polémico, de gran discordia entre occidente y el mundo islámico. Más claro tenemos que añadir que hemos descartado, por completo, los movimientos islamistas que llaman a la violencia y al terrorismo, aquellos movimientos, creemos merecen ser también estudiados y analizados igualmente; como es lógico necesitamos saber por qué actúan así, porque simplemente no se pueden ignorar, ni las ideologías extremistas, sea de origen político o religioso u otro, ni las motivaciones que les conducen a cometer actos barbáricos y matanzas individuales o colectivas. Al mismo tiempo, aquí, en este espacio nosotros no hablamos ni de los movimientos que soportan terrorismo o combinan su lucha de tal manera. Nosotros, sólo aceptamos los movimientos que actúan dentro de la legalidad, como los partidos políticos y las organizaciones civiles, etc., así que, desde nuestra perspectiva, condenamos -como lo hemos hecho siempre- todo movimiento islamista que sostiene la violencia como forma de lucha (terrorismo) o que integra este tipo de acciones para alcanzar sus objetivos.
De Palestina a Irak y de Argelia a Jordania, observamos numerosas organizaciones (calificadas por algunos de terroristas) de carácter político-religioso y social que tienden a articular diversas estrategias –sean éstas locales, nacionales, e incluso transnacionales– para la consecución de sus objetivos. Organizaciones como el FIS en Argelia o Frente Islámico de Salvación, Hamas y Yihad Islámica en Palestina, los Hermanos Musulmanes en Egipto y Jordania, Hezbollah en Líbano, sin mencionar los demás movimientos islámicos en todos los países árabes, asiáticos entre otros más allá , movimientos integrados en una larga lista de organizaciones que operan en todo el mundo islámico –y en algunos casos más allá– que tienden a cobrar relevancia como actores políticos en la escena de nuestro mundo actual.
Lydia Escribano(1) periodista especializada en la información internacional, reconoce la complejidad de este tema y señala que es difícil que hagamos una aproximación científica, pero asegura que, “sí es posible enumerar una serie de factores” que pueden contribuir a explicar el fenómeno:
♦ Factores sociológicos que a lo largo de la historia del Islam, y al contrario que en Occidente, han hecho de la religión una vía privilegiada para expresar, tanto la identidad y la lealtad comunitaria como la oposición al orden establecido.
♦ El carácter triunfante, dominador y de progreso que ha marcado al Islam desde sus primeros tiempos. El auge del pasado islámico ha pervivido en la memoria histórica, favoreciendo hoy los sentimientos de nostalgia por un pasado glorioso.
♦ Las frustraciones producidas por esa modernización y occidentalización superficiales y acaparadas por las élites, frustración que encuentra su caldo de cultivo en la explosión demográfica, el paro, el analfabetismo y la ausencia de cualquier proyecto fiable de sociedad, desarrollo y democracia.
♦ Incremento del sentimiento de odio y rechazo hacia Occidente entre las poblaciones pobres del mundo árabe y musulmán desde la Guerra del Golfo, por la manera en que las grandes potencias se unieron contra Irak para salvaguardar sus intereses. Durante el conflicto, muchos musulmanes se sintieron orgullosos del ataque de Sadam a Israel y de su desafío a Occidente. La guerra también despertó sentimientos de humillación y resentimiento por la masiva presencia militar norteamericana, sobre todo en Arabia Saudí, cuna de los santos lugares del Islam.
♦ El agotamiento de las dos grandes utopías que han presidido el siglo XX: la comunista, por un lado, centrada en la edificación de una nueva sociedad de la cual estarían ausentes la explotación y las injusticias propias del orden capitalista, y la utopía de un mundo mejor, por otro, ligado al sistema de valores de las sociedades occidentales y capitalistas.
♦ Las desigualdades en las relaciones económicas internacionales, que han confinado a dichos países a la periferia del sistema capitalista, en medio de excesivas y escandalosas desigualdades sociales y de injusticias institucionalizadas.
En Palestina, donde la lucha contra la ocupación, es la más antigua y que continúa desde hace 38 años. Como ejemplo de estas organizaciones apareció Hamas, movimiento de resistencia islamista. La llegada reciente de esta organización al poder, democráticamente, ha sido para los demás movimientos islamistas en la región árabe -para no decir en el resto del mundo islámico- un gran éxito político que puede servir de modelo de una democracia islámica y sobretodo por lo que representa como triunfo ideológico de los movimientos islamistas.
Sin embargo para Israel y Occidente este movimiento no tenía que ganar las elecciones y nunca tenía que llegar al poder; lo que explica el rechazo total de su gobierno, por lo menos en el presente, para ellos (Occidente) sería imposible de cooperar con un gobierno liderado por los islamistas de Hamas; los gobiernos de las grandes naciones occidentales EEUU y Europa, al contrario exigen antes de todo que Hamas renuncie a sus programas como organización de liberación y su ideología, y en vez de ayudar a la nueva democracia puesta en marcha en Palestina gracias a los esfuerzos de la OLP y de todos los demás, incluida la comunidad internacional, muchos quieren que el círculo de obstáculos se cierre alrededor de su gobierno y por consecuencia sobre todos los palestinos, como una forma de castigo, porque han elegido a este movimiento de tendencia radical y de ideología islamista.
Daoud Kuttab(2) en un reciente artículo subraya que: Hamas y los palestinos desean poner fin a la ocupación israelí que ya lleva 38 años, y que no funcionará ofrecer a los palestinos los mismos planes planteados a la OLP. Es evidente que la comunidad internacional ha carecido de la voluntad política para presionar a Israel a que cambie. Por el momento, y hasta que esta voluntad surja, el mundo debería dar tiempo a Hamas para que aborde las necesidades cotidianas de los palestinos. Una vez que surja la posibilidad de conversaciones serias, un Hamas que haya mejorado las vidas de los palestinos comunes y corrientes estará en posición de participar en las negociaciones necesarias para un acuerdo histórico.
Acerca de este asunto, hay que mencionar que después de la fecha histórica del 11S se inició una nueva era en los estudios islámicos, tras la tragedia de los ataques terroristas a las torres gemelas aparecieron numerosos estudios así como un gran número de análisis sobre el tema central del Islam y de la “ideología islamista”, el occidente tenía que volver a plantear de nuevo, las mismas interrogaciones, intentando comprender más al Islam y por consiguiente a los musulmanes.
¿Cómo distinguir entre los términos islamista e islámico? ¿Cómo conocer mejor al mundo islámico y, más específicamente, el tema de los movimientos islámicos/islamistas en general? Expertos en la materia del terrorismo y los estudios islámicos dicen que es necesario estudiar y analizar precisamente: "su importancia", los movimientos islamistas como actores políticos en la escena regional e internacional, destacando la "heterogeneidad" de tal fenómeno, los factores que contribuyen al surgimiento de organizaciones islamistas, el impacto de la revolución islámica en Irán, Palestina, Argelia, más la lucha que encabezan los partidos políticos islamistas en Marruecos, Egipto, Jordania, Líbano y Siria, las estrategias de acción de estos actores en los distintos espacios donde operan, así como sus perspectivas y retos como actores en la actualidad.
Como nuestra intervención es de carácter breve en este espacio, se entiende que no cabe analizar los diferentes aspectos de este tema polémico, de gran discordia entre occidente y el mundo islámico. Más claro tenemos que añadir que hemos descartado, por completo, los movimientos islamistas que llaman a la violencia y al terrorismo, aquellos movimientos, creemos merecen ser también estudiados y analizados igualmente; como es lógico necesitamos saber por qué actúan así, porque simplemente no se pueden ignorar, ni las ideologías extremistas, sea de origen político o religioso u otro, ni las motivaciones que les conducen a cometer actos barbáricos y matanzas individuales o colectivas. Al mismo tiempo, aquí, en este espacio nosotros no hablamos ni de los movimientos que soportan terrorismo o combinan su lucha de tal manera. Nosotros, sólo aceptamos los movimientos que actúan dentro de la legalidad, como los partidos políticos y las organizaciones civiles, etc., así que, desde nuestra perspectiva, condenamos -como lo hemos hecho siempre- todo movimiento islamista que sostiene la violencia como forma de lucha (terrorismo) o que integra este tipo de acciones para alcanzar sus objetivos.
De Palestina a Irak y de Argelia a Jordania, observamos numerosas organizaciones (calificadas por algunos de terroristas) de carácter político-religioso y social que tienden a articular diversas estrategias –sean éstas locales, nacionales, e incluso transnacionales– para la consecución de sus objetivos. Organizaciones como el FIS en Argelia o Frente Islámico de Salvación, Hamas y Yihad Islámica en Palestina, los Hermanos Musulmanes en Egipto y Jordania, Hezbollah en Líbano, sin mencionar los demás movimientos islámicos en todos los países árabes, asiáticos entre otros más allá , movimientos integrados en una larga lista de organizaciones que operan en todo el mundo islámico –y en algunos casos más allá– que tienden a cobrar relevancia como actores políticos en la escena de nuestro mundo actual.
Lydia Escribano(1) periodista especializada en la información internacional, reconoce la complejidad de este tema y señala que es difícil que hagamos una aproximación científica, pero asegura que, “sí es posible enumerar una serie de factores” que pueden contribuir a explicar el fenómeno:
♦ Factores sociológicos que a lo largo de la historia del Islam, y al contrario que en Occidente, han hecho de la religión una vía privilegiada para expresar, tanto la identidad y la lealtad comunitaria como la oposición al orden establecido.
♦ El carácter triunfante, dominador y de progreso que ha marcado al Islam desde sus primeros tiempos. El auge del pasado islámico ha pervivido en la memoria histórica, favoreciendo hoy los sentimientos de nostalgia por un pasado glorioso.
♦ Las frustraciones producidas por esa modernización y occidentalización superficiales y acaparadas por las élites, frustración que encuentra su caldo de cultivo en la explosión demográfica, el paro, el analfabetismo y la ausencia de cualquier proyecto fiable de sociedad, desarrollo y democracia.
♦ Incremento del sentimiento de odio y rechazo hacia Occidente entre las poblaciones pobres del mundo árabe y musulmán desde la Guerra del Golfo, por la manera en que las grandes potencias se unieron contra Irak para salvaguardar sus intereses. Durante el conflicto, muchos musulmanes se sintieron orgullosos del ataque de Sadam a Israel y de su desafío a Occidente. La guerra también despertó sentimientos de humillación y resentimiento por la masiva presencia militar norteamericana, sobre todo en Arabia Saudí, cuna de los santos lugares del Islam.
♦ El agotamiento de las dos grandes utopías que han presidido el siglo XX: la comunista, por un lado, centrada en la edificación de una nueva sociedad de la cual estarían ausentes la explotación y las injusticias propias del orden capitalista, y la utopía de un mundo mejor, por otro, ligado al sistema de valores de las sociedades occidentales y capitalistas.
♦ Las desigualdades en las relaciones económicas internacionales, que han confinado a dichos países a la periferia del sistema capitalista, en medio de excesivas y escandalosas desigualdades sociales y de injusticias institucionalizadas.
En Palestina, donde la lucha contra la ocupación, es la más antigua y que continúa desde hace 38 años. Como ejemplo de estas organizaciones apareció Hamas, movimiento de resistencia islamista. La llegada reciente de esta organización al poder, democráticamente, ha sido para los demás movimientos islamistas en la región árabe -para no decir en el resto del mundo islámico- un gran éxito político que puede servir de modelo de una democracia islámica y sobretodo por lo que representa como triunfo ideológico de los movimientos islamistas.
Sin embargo para Israel y Occidente este movimiento no tenía que ganar las elecciones y nunca tenía que llegar al poder; lo que explica el rechazo total de su gobierno, por lo menos en el presente, para ellos (Occidente) sería imposible de cooperar con un gobierno liderado por los islamistas de Hamas; los gobiernos de las grandes naciones occidentales EEUU y Europa, al contrario exigen antes de todo que Hamas renuncie a sus programas como organización de liberación y su ideología, y en vez de ayudar a la nueva democracia puesta en marcha en Palestina gracias a los esfuerzos de la OLP y de todos los demás, incluida la comunidad internacional, muchos quieren que el círculo de obstáculos se cierre alrededor de su gobierno y por consecuencia sobre todos los palestinos, como una forma de castigo, porque han elegido a este movimiento de tendencia radical y de ideología islamista.
Daoud Kuttab(2) en un reciente artículo subraya que: Hamas y los palestinos desean poner fin a la ocupación israelí que ya lleva 38 años, y que no funcionará ofrecer a los palestinos los mismos planes planteados a la OLP. Es evidente que la comunidad internacional ha carecido de la voluntad política para presionar a Israel a que cambie. Por el momento, y hasta que esta voluntad surja, el mundo debería dar tiempo a Hamas para que aborde las necesidades cotidianas de los palestinos. Una vez que surja la posibilidad de conversaciones serias, un Hamas que haya mejorado las vidas de los palestinos comunes y corrientes estará en posición de participar en las negociaciones necesarias para un acuerdo histórico.
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